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Las baterías de gel funcionan con el principio de recombinación. Esto sucede cuando la placa negativa produce hidrógeno y se mezcla con el oxígeno que se generó en la placa positiva. Así, se genera la humedad que la batería necesita para su funcionamiento al 100%.
Otra de las grandes ventajas es que las baterías de gel no necesitan mantenimiento y así pueden colocarse en lugares de más difícil acceso gracias a su tamaño y sellamiento hermético (no sufren derrames).
Soportan ambientes con temperaturas extremas y vibraciones y tienen una vida útil que ronda entre las 200 y 1000 cargas (en función de la velocidad y potencia empleada). Las baterías de gel rinden incluso en lugares donde las temperaturas son muy bajas durante el invierno.
Por su mayor seguridad y duración frente a las convencionales, y su limpieza y sencillez de uso, cada vez podemos encontrar baterías de gel en más sectores.
Su gran rendimiento ha hecho que muchos vehículos de alta gama incluyan baterías de gel en sus motores.
Las baterías de gel deben ser cargadas a baja tensión y el cargador debe estar ajustado para la carga. La tasa de autodescarga de las baterías de gel es mínima, por eso son especialmente recomendadas en usos de mucha exigencia donde la batería es el elemento indispensable para que el dispositivo que se quiere alimentar funcione correctamente.
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